Como en la película de 1951,"Ultimátum a la tierra", muchas veces los seres humanos nos vemos sumidos en el rechazo, discriminación, marginación, etc. cuando intentamos servir a nuestros hermanos y hermanas que buscan entender la realidad del despertar espiritual. Lo cierto, es que lo hacemos sin imponer nada a nadie. Aún así, no nos abaten como aparece en la película, pero parecería que se nos desprestigia mentalmente sin opción a poder llegar a aquellos que necesitan una mano que les atienda. Lo curioso es que en el universo no hay distinción. Todos somos iguales. Tenemos los mismos órganos, contamos con el mismo sistema que nos genera vida. Sin embargo, fomentamos la desigualdad cuando nos creemos estar por encima de los demás. Y eso en el Universo no existe, tan sólo existe en el planeta tierra.
Mientras el ser humano fomente la desigualdad, que en definitiva es la falta de amor, seguiremos sumidos en la confusión, desgracias, sufrimientos y toda clase de infortunio que se pueda imaginar.
Se rechaza lo nuevo por temor, fomentando la desigualdad, competencia, separatividad como mecanismo de defensa ante el temor de la pérdida que podrá ser de valores, material, puesto relevante, favor, etc. Sin embargo, muchos son los seres que han venido a este mundo a enseñar, son conocidos como niños índigo, cristal, etc. Ahora, recientemente se ha hallado una señal proveniente del espacio y parece que todo el mundo está pendiente de ello, para ver si se puede crear una comunicación con el espacio exterior, mientras en la tierra, se permite que exista el odio por medio de la separación reflejada en: sufrimiento, muertes por inhanición, enfermedades, pobredumbre, pérdida de valores, etc.
Como en la película, somos capaces de abatir a una supuesta amenaza mientras amamos descubrir nuevos mundos donde se nos pueda reportar. Esto es un sueño propio de niños, que se aleja de la realidad. La realidad es que tenemos una misión y es aprender de nuestro pasado para conocernos y poder corregir nuestros propios defectos, sin auto-engañarnos, sin necesidad de seguir siendo falsos, tanto con nosotros como con los demás, porque al final, toda esa hipocresía es lo que sale de nuestro ser. Y ese es nuestro único testigo para darnos cuenta de qué equivocados estábamos. Nos creíamos los mejores y resulta que todavía quedaba mucho por evolucionar. Porque el mal opera en el interior de nuestro ser, nos seduce, engaña, y hasta nos hace creer una falsa identidad de nosotros mismos. Lo ha hecho siempre y lo seguirá haciendo hasta que podamos corregirlo, entenderlo y elevando la vibración interior lleguemos a sanar nuestras energías reflejadas en un espíritu renovado. Y tal vez, cuando estemos preparados en un futuro, vengan del espacio, pero ya no para dar un ultimátum, sino como merecimiento a nuestro trabajo.
Yo no digo que me crean, simplemente, doy algo que me ha llegado a través de mi Guía que, en comunión con la Fraternidad cósmica se sabe, que hay una esperanza para la humanidad.