La respiración me fluía entrecortada. La sangre comenzaba a fluir rápidamente por todo mi cuerpo. Todo estaba oscuro. La sensación era de ahogo, me hallaba batiéndome entre el calor y el frío.
¡Ya sé!. Estoy andando por el pasillo de mi casa, me sentía atraído, ¿qué me estará ocurriendo?. Abrí la puerta del salón. Un par de espectros se paseaban de lado a lado de la habitación. Los veía, gracias al reflejo del aparato receptor de televisor, pero, ¿qué hace encendida la televisión...?
El cuerpo se contrajo, dí un sobresalto, desperté. El corazón me debía latir a mil pulsaciones por minuto. Había sido víctima de una pesadilla.
¿Otro repentino despertar?. ¿Golpes que vienen del piso de arriba?. ¿Por qué hay noches que las tengo que pasar en vela?. ¿Por qué cuando me quejo, esa persona niega dar esos golpes?. Hasta me había llegado a amenazar con interponer una demanda en el caso de que continuase quejándome. Pues que lo haga... ¡Esto es el colmo!. Y es que, todo parece ir de mal en peor, e incluso, da la impresión de que cuando te ronda la muerte, parece que la gente te ahuyentara dejándote sólo. No es cuestión de mala suerte, ni nada por el estilo.
Resultó ser, que durante el mismo año, me quedé sin novia y sin trabajo. Admito que había noches en las que no paraba de pensar, sin poder llegar a pegar ojo. Llegué a grabar los golpes, simplemente, para convencerme a mi mismo de que existían, eran reales.
Como iba diciendo, no creo en la mala suerte, ni en la buena, sino que más bien, creo que nada es casual. Y digo ésto, porque estoy trabajando en un proyecto que abría dejado boquiabierto a más de uno. Un proyecto, al cual, a mi mismo hermano le hubiera gustado haber conocido. Él, escribió una palabra en una hoja de ésas de calendario de mesa de despacho. La depositó sobre la mesa de su habitación y se fue a por su novia, a pasar el fin de semana juntos, de viaje. Esa misma noche murió cruel y misteriosamente, víctima de un accidente automovilístico, él y su novia. Se desconocen las causas del brutal accidente. De ésto han transcurrido mas de cinco años. Guardé esa anotación con mucho cariño, también por curiosidad, pues era lo último que mi hermano hizo.
Nos debe venir de familia, pues él era químico, y yo, como una especie de chiflado al que le encanta experimentar con un sinfín de cosas a la vez, las cuales, nunca llegaba a acabar.
Me había quedado sólo, sin trabajo y casi sin amigos. Decidí cambiar de profesión y como no encontraba nada, decidí hacer un cursillo de electrónica.
Un día, mientras estaba en casa estudiando a cerca de los paneles fotovoltáicos, llegué a una conclusión, ¿por qué se necesitaban hacer unas placas tan inmensas para proporcionar electricidad?. Me quedé con la idea, y comencé a dar vueltas sobre todo ello... Claro, siempre estaba la posibilidad de conjeturar las pérdidas de electrones, en su viaje a través del silicio. Entonces pensé, ¿por qué no sustituir los paneles por algo mas contundente?. Comencé a trabajar sobre direcciones diferentes, también sobre diferentes modelos. Si de lo que se trata, es de aprovechar el calor del sol, se debería trabajar con la energía termo-dinámica, es decir, algo que produjera el suficiente potencial como para mover un generador. Para ello necesitaba un componente químico que generase ésa combinación y que se hiciese por medio de la extracción de la fuente de energía por medio de la fusión en frío.
Nada es casual. Recuerdo que mi hermano ya trabajaba en ello. Me dijo, en cierta ocasión, que tenía en su poder una reacción química, capaz de generar tal cúmulo de energía -que ni él mismo lo sabía-, capaz, de iluminar una ciudad de unos dos mil habitantes, con tan sólo, lo que cabe en un sola probeta. ¿Sería posible?. De hecho; lo era.
Saqué de un cajón aquél viejo trozo de papel donde estaba anotada aquella palabra. Una palabra insignificante. ¡Si fuese lo que me temo...! Y así era. La separé en sílabas. Luego cogí la tabla periódica y ahí tenía la combinación, delante mía.
Si continuase vivo... ambos seríamos una combinación perfecta.
De cualquier modo, ¿qué importancia tiene la vida de mi hermano, o la mía propia...?
¡Ya sé!. Estoy andando por el pasillo de mi casa, me sentía atraído, ¿qué me estará ocurriendo?. Abrí la puerta del salón. Un par de espectros se paseaban de lado a lado de la habitación. Los veía, gracias al reflejo del aparato receptor de televisor, pero, ¿qué hace encendida la televisión...?
El cuerpo se contrajo, dí un sobresalto, desperté. El corazón me debía latir a mil pulsaciones por minuto. Había sido víctima de una pesadilla.
¿Otro repentino despertar?. ¿Golpes que vienen del piso de arriba?. ¿Por qué hay noches que las tengo que pasar en vela?. ¿Por qué cuando me quejo, esa persona niega dar esos golpes?. Hasta me había llegado a amenazar con interponer una demanda en el caso de que continuase quejándome. Pues que lo haga... ¡Esto es el colmo!. Y es que, todo parece ir de mal en peor, e incluso, da la impresión de que cuando te ronda la muerte, parece que la gente te ahuyentara dejándote sólo. No es cuestión de mala suerte, ni nada por el estilo.
Resultó ser, que durante el mismo año, me quedé sin novia y sin trabajo. Admito que había noches en las que no paraba de pensar, sin poder llegar a pegar ojo. Llegué a grabar los golpes, simplemente, para convencerme a mi mismo de que existían, eran reales.
Como iba diciendo, no creo en la mala suerte, ni en la buena, sino que más bien, creo que nada es casual. Y digo ésto, porque estoy trabajando en un proyecto que abría dejado boquiabierto a más de uno. Un proyecto, al cual, a mi mismo hermano le hubiera gustado haber conocido. Él, escribió una palabra en una hoja de ésas de calendario de mesa de despacho. La depositó sobre la mesa de su habitación y se fue a por su novia, a pasar el fin de semana juntos, de viaje. Esa misma noche murió cruel y misteriosamente, víctima de un accidente automovilístico, él y su novia. Se desconocen las causas del brutal accidente. De ésto han transcurrido mas de cinco años. Guardé esa anotación con mucho cariño, también por curiosidad, pues era lo último que mi hermano hizo.
Nos debe venir de familia, pues él era químico, y yo, como una especie de chiflado al que le encanta experimentar con un sinfín de cosas a la vez, las cuales, nunca llegaba a acabar.
Me había quedado sólo, sin trabajo y casi sin amigos. Decidí cambiar de profesión y como no encontraba nada, decidí hacer un cursillo de electrónica.
Un día, mientras estaba en casa estudiando a cerca de los paneles fotovoltáicos, llegué a una conclusión, ¿por qué se necesitaban hacer unas placas tan inmensas para proporcionar electricidad?. Me quedé con la idea, y comencé a dar vueltas sobre todo ello... Claro, siempre estaba la posibilidad de conjeturar las pérdidas de electrones, en su viaje a través del silicio. Entonces pensé, ¿por qué no sustituir los paneles por algo mas contundente?. Comencé a trabajar sobre direcciones diferentes, también sobre diferentes modelos. Si de lo que se trata, es de aprovechar el calor del sol, se debería trabajar con la energía termo-dinámica, es decir, algo que produjera el suficiente potencial como para mover un generador. Para ello necesitaba un componente químico que generase ésa combinación y que se hiciese por medio de la extracción de la fuente de energía por medio de la fusión en frío.
Nada es casual. Recuerdo que mi hermano ya trabajaba en ello. Me dijo, en cierta ocasión, que tenía en su poder una reacción química, capaz de generar tal cúmulo de energía -que ni él mismo lo sabía-, capaz, de iluminar una ciudad de unos dos mil habitantes, con tan sólo, lo que cabe en un sola probeta. ¿Sería posible?. De hecho; lo era.
Saqué de un cajón aquél viejo trozo de papel donde estaba anotada aquella palabra. Una palabra insignificante. ¡Si fuese lo que me temo...! Y así era. La separé en sílabas. Luego cogí la tabla periódica y ahí tenía la combinación, delante mía.
Si continuase vivo... ambos seríamos una combinación perfecta.
De cualquier modo, ¿qué importancia tiene la vida de mi hermano, o la mía propia...?
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