Le llaman "la risa del diablo" a la sonata 13 de Niccolò Paganini. Porque, como muchos ya saben, parece escucharse una risa, en el fraseo de esta sonata.
Viene a colación, de que observo cierto interés por determinada gente, en relación al sonido, a la sanación espiritual. E incluso, a la utilización del sonido como terapia.
Debo decir, que llevo toda mi vida dedicada a esto mismo. Cuando comencé en la práctica de la meditación y yoga -hace más de treinta años-, yo tocaba guitarra. Y recuerdo que, en ocasiones, veía luz. Veía los colores del sonido. Sólo a través de un largo proceso de aprendizaje, práctica meditativa. Es el conocimiento el que se convierte a sabiduría. La percepción de luz, el aura, la energía como el viento como si se arremolinara por las esquinas de un pasillo. Todo ello, son manifestaciones percibidas en la cuarta dimensión que por su vibración se atrae y es luz. Pero es una consecuencia, nunca debe ser un objetivo. Es como querer contactar con inteligencias superiores. No. Son ellos los que contactan contigo. Esa es la Ley Universal.
El problema, es que se ha dramatizado todo. Se ha exagerado. Pues los medios, se han encargado de revestir toda esta información con una especie de velo de misterio. Y eso es lo que conocéis los jóvenes y no tan jóvenes. Pero como ya he dicho, he dedicado parte de mi vida a la Nueva Era. A sintonizar con la nueva energía, con la sanación y con el sonido. Es todo mucho más terapeuta y holístico de lo que muchos se creen. E incluso, me introduje en esto por inquietud. Lo que ocurre es que, como todo en la vida, nunca se termina de aprender.
Posiblemente, también Paganini hace unos doscientos años, buscaba liberarse, introduciéndose en los sonidos que, por intuición, hace sintonizar al alma con la apertura del tercer ojo. Y es ahí en donde se obtiene la visión en cuarta dimensión.
Respecto a la interpretación. He de decir, que hay gente en las redes sociales como Facebook y Twitter, que no se conforman con ignorar el fruto del trabajo ajeno. Es que, además, ya no saben como seguir criticando. Y dicen, que toco demasiadas notas. O que toco con las notas incorrectas. O que está mal el movimiento del arco. Pero nadie se ha molestado en mostrar públicamente -claro está-, cómo hacerlo mejor. Y así, es mejor cancelar las cuentas en las redes sociales, una y otra vez, que continuar soportando el desprecio. Ya que, se humilla al sabio y se agasaja al necio. ¡Todo aquel que hace el mal; lo pagará!. No soy nadie para juzgar. Por eso, advierto que nada pasará a la ley de causa y efecto.
Solo puedo decirles que no tienen ni idea. Que dan consejos porque los han oído a otros. Que una cosa es saber leer notas y otra muy distinta, es saber hacer una buena interpretación de una partitura. Que nada tiene que ver la música, con el desprecio ejercido por motivos ideológicos, sexo, raza o lugar de nacimiento, vertidos en las redes, aprovechando que no ven personalmente a quien escriben. Por favor. Estamos en el siglo XXI, y ¿todavía con esas?...
Y aún así, frente a la vergüenza de vuestro desprestigio. Yo os ilustro.
