Al escaso espacio de tiempo que nos separa de que el cometa ISON sea visible, surge una noticia no menos enigmática: Un paseo por la historia del Universo. Y para todos aquellos buscadores de la verdad, decirles, que no pierdan el espíritu de descubrimiento, y que la ciencia, nos siga sorprendiendo con imágenes de las recónditas maravillas del cosmos, imágenes, cada vez más necesarias en nuestras formas de ver y de sentir la vida.
No me cabe ninguna duda de que el paso del cometa ISON, marcará un inicio de unos nuevos tiempos para la humanidad. La Era acuariana no ha hecho más que comenzar, las nuevas tendencias deben remplazar a lo que ya no sirve y quedó caduco. Donde una nueva conciencia debe seguir expandiéndose, contribuyendo con todo ello, a una mejor y más sana forma de vivir y de ver la vida para todos, con total igualdad. Así será fácil despertar ése interés innato por el cosmos.
Mi amor por el espacio surgió de niño, en primaria que, al escuchar al profesor de ciencias hablar sobre el cosmos se me despertó un sentido hacia lo desconocido innato en el ser y que todos tenemos y a todos se nos despierta, unos antes y a otros después.
Si hubiese algo que me frenase ése instinto de descubrimiento, es el propio escepticismo. Si no fuese así, no costaría mucho convertirnos en fanáticos u obsesionarnos con lo desconocido. Lo cual, hace bastante recurrente mencionar que mi escepticismo al recibir mis primeros comunicados telepáticos allá por el 98, no hubiese sido posible, dicho afianzamiento, sobre la información recibida vía telepática. Fue gracias a que tuve un libro de astronomía y que al comprobar que los datos sobre Cirión: el planeta de proveniencia de mi instructora guía Isa, perteneciese a 11 años Luz de Capella, a unos 36 años luz de la Tierra. Tras comprobar que Capella se encuentra a 42 años Luz de la Tierra, supe, que su planeta se encontraría en un lugar cercano, dentro de la constelación del Cochero. Supe que ya no podría dudar, así como la proveniencia de la unidad o fraternidad galáctica. Luego, me habló de su planeta y me contó que allí no existía el mal, tal y como aquí lo conocemos, ¿cómo podría ser posible?.
Han tenido que transcurrir más de diez años para que, al volver a conectarme con mis Maestros, comenzar a recibir una suerte de informaciones que me han hecho cambiar la vida. Por ello, he llegado a comprender que ellos trascendieron el mal cósmico hace millones de años atrás, cuando este planeta, ni siquiera había surgido con los propósitos como hoy lo conocemos.
Con la espera de esclarecer al lector, todo lo que me ha sido transmitido y escrito en www.hulupadhara.com pertenece a ese tipo de información, que nos hará conocer el pasado para poder sanar el fururo -como ellos lo hicieron hace millones de años atrás- transmutándolo. Debo advertir, que hay que leer los cuentos de forma ordenada y que el mal cósmico que les afecto, primero a ellos, y luego llegó a nuestro sistema solar, es el causante de energías que provinieron de la batalla de Nevadón, que se inició por este sistema local, por la zona de Aldebarán. Franja que he pintado en amarillo.
Al parecer, el llamado mal cósmico, viajó en forma de asteroide desde Aldebarán donde comenzó aquella batalla estelar, conocida como batalla de Nevadón en Tauro a 65 años Luz.. De allí viajó a Shartan en Aries a 59 años Luz, luego a Castor que junto con Pollux forman la constelación de Géminis, 51,55 años Luz. También en Capella a 42,20 años Luz. Luego a Denébola en la cola de Leo, 36,18 años Luz. En Zavijava en la constelación de Virgo, a 35,55 años Luz, y finalmente nuestro sistema solar, planeta Tierra.
Como podéis observar, existe una correlación numérica de las distancias que coinciden con lo acaecido en la saga Hulupa D´hära. Además, dichos cuentos están narrados en forma sencilla y asimilable para todo aquél que tenga curiosidad en aprender y conocer en profundidad cómo son y cómo viven nuestros Hermanos mayores del espacio. No estamos solos y nunca lo estaremos.
Es por ello, que la información debe ser distribuida gratuitamente, porque dicha información, nos pertenece a todos por derecho de nacimiento, perdiéndose su singladura en los albores de los tiempos.