Aprendiendo del Mago Interior.

   A todos nos gusta vivir y sentirnos diferentes de los demás, huimos de cualquier síntoma que nos implique a vincularnos con los demás, buscamos en nuestras relaciones que no se parezcan a las de los demás. Y a veces hasta nos comparamos, intentando destacar las diferencias que nos separan de los demás. 
   Este es el camino fácil. Y veremos por que:

   Todos tenemos un Mago interior que nada tiene que ver las emociones, pero sí nos hace sentirnos de forma placentera cuando sintonizamos con nuestra vibración, al igual que nos hace sentirnos mal cuando no queremos conectar con nuestra propia vibración que, causada por el estrés o por la ignorancia no hacemos por interiorizar los sentidos internos. Las emociones surgen, dependiendo del vínculo y vibración que se tenga con nuestro campo magnético, así como del nivel de aprendizaje que cada uno haya adquirido en su trabajo constante, evolutivo  y vinculante a la vida, de igual manera, el papel o rol que se desempeñe en la misma. De ahí, que cada persona, ejerza cierto control sobre sus propias emociones, dependiendo de muchos factores como son la edad, estado evolutivo, sintonización, estado anímico, etc. No quiere ello decir, que haya que ejercer un control sobre las emociones, sino que hay que aprender con ellas, sintonizar con las mismas en un lenguaje único e íntimo que nos mostrará el camino hacia nuestra cuidad interna, para que, igualmente, podamos sintonizar con ella. Pero como somos nosotros los que dirigimos la acción de nuestros pensamientos, nos perdemos por los océanos de los mundos de las sensaciones que provienen de los sentidos. Entonces es muy fácil ejercer nuestra acción sobre el medio, persiguiendo los objetivos que son las creaciones de nuestros propios pensamientos. Pero para controlar el poder que se ejerce sobre los pensamientos, hay que conocer las causas que nos arrastran a crearlos. Lo cierto es que perseguimos más la creación de nuestros propios pensamientos, que el control que ellos ejercen sobre la acción de las mismas. Hasta tal punto, que perdemos el juicio de cómo afecta todo este proceso en el medio en el cual nos desarrollamos, con las personas con las que nos relacionamos, así como el medio que utilizamos para su ejecución. Perdiendo dicho juicio, creemos que somos los genios de nuestras acciones y además, ello nos hace sentirnos bien, porque nuestro ego o "control del yo" se hace presa de las emociones. Pero nos olvidamos de nuestro Mago interno y así, nunca podremos construir nuestra ciudad interna, a menos que seamos conscientes del proceso, y no nos dejemos arrastrar por las acciones producto de nuestra acción creativa. A la acción le hemos llamado ego, y el darse cuenta del proceso lo llamamos consciencia, la ciudad interna la llamamos alma. Pero como vemos, le ponemos nombres a las cosas que luego resultan no ser correctamente bien interpretadas. No es culpa nuestra, sino del sistema esquemático al cual nos hemos desarrollado y de cuyos propósitos se escapan a nuestros designios. Por eso, hoy reina la confusión, porque ya no se corresponde lo que somos con lo que queremos hacer en la vida. Tampoco se corresponde lo que representamos con el lugar que ocupamos en el el cosmos. Por ello, que para entender lo que representa nuestro Mago Interior, habría  que comenzar a remodelar los términos que se identifiquen con el objeto del experimento, si es que queremos tener éxito en nuestra empresa que somos nosotros mismos. Daré un ejemplo de cómo el Mago Interno ejerce su control. 

   Siempre se ha dicho que nosotros desconocemos nuestras posibilidades. En el libro I de los cuentos Hulupa D´hära, el Mago Interior se representa, por ejemplo, cuando Andark utilizaba su poder telepático para ejercer cierto control sobre Kubrurú, intentando llevarlo hacia los caminos del entendimiento por medio de mover su nave junto a la suya, no separándose de la misma, como si de un truco de magia se tratase.

   Otro ejemplo, lo podemos encontrar en nuestra propia vida, cuando haciendo una buena obra por alguien, nos iunuda una sensación de bienestar. O cuando hacemos algo que sabemos que tenemos que hacer como es por ejemplo, pagar una deuda, ya sea económica o no, pero que nos da la sensación de quitarnos un peso de encima. Siempre nos hace sentirnos bien, ello quiere decir que vamos por el buen camino. Los estados contrarios, serían la angustia, el miedo -que siempre es causado por la ignorancia-, la depresión, excesiva melancolía, etc. Todo ello son avisos de que nuestros pensamientos, son llevados por nuestra propia acción creadora en los objetivos fuera de la corriente a la cual debería ir encaminada. Nuestro propósito en la vida, no cumple con las expectativas para la cual fue creado, ello nos acarrea dolor y sufrimiento. Y es que, el ser humano en su totalidad, no pude desvincularse ni del placer ni del sufrimiento, todo lo contrario, el ser humano se bate entre ellas. Y no podrá salir del circulo vicioso, a menos que se conozca y poco a poco, ir desligando lo que no somos, desapegándonos de acciones y creencias impropias e innecesarias.  Por eso, el mérito está en conocerse. Por eso, no se comprende nuestra relación con los demás, pues cada uno, sigue sus propias creaciones que le hagan sentirse genio. Es por ello, que cuando se comprende, no es necesario estar por encima de los demás creyéndonos por ejemplo partícipes de un conocimiento que ellos no tienen. Sino de hacer ver de forma justa, sincera y armoniosa, que podemos hacer algo por nosotros y por los demás, mostrando una alternativa más apropiada que, combinada con el amor, nos ofrece la magia ideal para llegar a nuestra ciudad interna. Pues cuando lleguemos a ella, ya no querremos salir de dicha ciudad. Seamos creativos, sí, pero con conciencia, tanto de grupo como de totalidad.