Así es. Justo el año pasado oí hablar de ello. Y de cómo Leonardo Da Vinci utilizó el fresco, allá por el 1495 para imprimir un código musical que, al ser tocado en un momento determinado de la historia, podría hacer cambiar el rumbo de los acontecimientos del planeta. ¿Estoy bromeando?. ¡Juzguen por ustedes mismos!. Fíjense en el tamaño de la obra: 880 cm x 460 cm. El 8 es un número que no solamente nos vincula con lo infinito puesto al revés, es que, además, representa al Cristo y a las energías crísticas. El siete representa a la humanidad. En estos nuevos y convulsos tiempos. El Cristo y los Maestros de la Sabiduría Eterna han regresado a la Tierra.
A parte, he incluido el bajo en sol para los panes redondos y amarillos y la para los panes pequeños y anaranjados. Y el hombro izquierdo de Jesús, como si fuera una mano más y es la que le da sentido a la obra. Ya que, tiene un tono marrón claro a causa del cabello y no es azul como debería, dado al color de su túnica. También, he usado el armazón en Fa#, ya que, en esa época se usaba con mucha frecuencia, sobre todo en flautas, zafonas y demás instrumentos que ya venían con esa afinación. Y tranquilos, que no se caerán las murallas de Jericó, pero al menos suena un poco mas dulce.
Hoy. 20 de enero del 2021, he vuelto a grabar la maqueta con una variación. He modificado la nota del hombro de Jesús sustituyéndola con una negra aumentada, ya que, es la única nota alta que no es una mano, pero tiene el mismo color, aunque se trate del cabello dando la sensación de continuidad.
Por otro lado, creo que Leonardo Da Vinci, se podría haber dedicado perfectamente a la música. Prefirió por otras razones obvias destacar en la pintura. Quizá, supuso que sería un medio de que su obra trascendiese a nuestros días. Todo un genio. Hasta tal punto, que supo guardar la melodía más hermosa jamás oída en uno de sus cuadros más famosos.
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