Significado:

"Ahora mismo, el ser humano, debe hacer un gran esfuerzo en comprender y aceptar los fundamentos por el cual, la energía sigue su propio proceso; el proceso del pensamiento. Pues como ya hemos visto, parece ser, que no solamente la Tierra es una escuela en donde nosotros vivimos, sino que, además, es la galaxia el lugar por el cual, los seres que procesan dimensiones perfectas, aprenden y se desarrollan, investigan, viven, aman, mueren y se transforman, intentando adaptar su forma física a mayores y mejores formas por donde la luz, se pueda manifestar cada vez con menores inconvenientes".


Hulupa D´hära VI. Adhams y la doncella.

Los libros Hulupa D´hära, son el producto de la canalización telepática a través de las Huestes del Plano de la Luz, en colaboración con la Fraternidad o Confederación Cósmica y Universal. Su difusión debe ser gratuita, ya que, nos pertenece a todos por derecho de nacimiento.

Estas seis historias, nos corresponden como legado mismo, habiéndose perdido su singladura a través de los tiempos. Para entender el conocimiento que nuestros Hermanos del espacio nos quieren transmitir, deben ser leídas ordenadamente.

Así mismo, quedan reservados los derechos al autor de la obra.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Historia de Isa. VI

Capítulo 6

     Me hallaba cómodamente sentada en la pequeña biblioteca de mi casa. Ojeaba algunos libros sobre mi mundo y el de otros cercanos como el vuestro. Soy morena, llevo el pelo largo y vestía en aquella ocasión, un traje azul claro muy cómodo, ajustado a un fino cinturón, de donde cuelgan algunos utensilios que allí guardaba. Tenía la impresión de que algo iba a suceder. Hacía frío en la estancia, así que, bajé escalones abajo hacia el salón central. Encendí la chimenea y me senté junto al fuego. El exterior estaba nevando, por lo que disminuyeron mis ganas de salir. En aquel entonces, yo trabajaba en un laboratorio de la ciudad de Zenoc.
     Ése día, tenía que marcharme al Templo, para continuar con las sesiones de terapia grupal. El Templo, se hallaba a las afueras de la ciudad. Pero aún me quedaba algo de tiempo para continuar disfrutando del relax. Hacía miles de años, los Templos o Catedrales, eran lugares de culto, donde la gente iba a rogar a los dioses. Hoy en día, se han convertido en lugares propios para la meditación y el estudio y práctica de la magia blanca.. Se ha progresado mucho en cuanto al camino espiritual se refiere, comparado con otros tiempos donde se adoraban a ciertos dioses. La mentalidad de la población, también a cambiado enormemente. No quiere decirse con ello, que se hayan dejado de adorar a los dioses. Que también se hace. Los más viejos, siguen adorándolos y los más jóvenes; lo hacen también pero en menor medida. Utilizamos métodos más efectivos para llegar a la luz, como empleo de energía plásmica, el cual, hace verdaderos logros en la vida que hay en nuestros cuerpos. Nos orienta hacia la luz con mucha facilidad, en consecuencia; gozamos de una salud perfecta, tanto física, como mental. Por supuesto, conocemos la existencia de un único y santísimo Dios.
     Me alcé del diván disponiendo a protegerme del frío, con alguna prenda de abrigo. Cuando de repente, oí unos pasos próximos a la puerta de entrada a la casa. Mis padres no estaban en ése momento. Ellos habían salido a visitar a un antiguo familiar nuestro y yo, me encontraba sola en la gran casa. Aún era muy joven, tendría unos diecisiete años -en cuanto a edad en la tierra se refiere-. Me acerqué a la puerta a ver si escuchaba alguna cosa más, pero no hubo ningún ruido. Sentí algo de desesperación, pero no miedo. El miedo hacía tiempo que había desaparecido gracias a los ejercicios de meditación que practicábamos.
     Oí otro ruido, entonces, fui en busca de una espada que mi padre dejaba cerca de la puerta, colgada en la pared. La templé entre mis manos y me dirigí hacia la puerta.
     -¿Hay alguien ahí fuera?-. Dije en voz alta.
     No hubo respuesta. De repente, comencé a pensar en los posibles accesos a la casa, así como puertas, ventanas, etc. Pero todo estaba cerrado. Mi madre se había asegurado de cerrarlo todo antes de irse. Y por lo que yo me había enterado, mi padre, había sido amenazado no hace mucho tiempo aún, por los habitantes de Wirz; nuestra antigua ciudad. ¿Cómo es posible que todavía sientan ganas de jaleo?. ¡Si son ellos!. Ya se dejó claro, que mi padre no había intervenido en los repartos de bienes, sino, solamente, en la asignación de puestos de trabajo. Seguía oyendo pisadas y la situación era de lo más incomprensible.
     Mi amigo JW-45, se manifestó en etérico, y me transmitió que no hiciera ningún gesto en salir afuera. Esto me tranquilizó un poco. Mis tíos tampoco estaban. Ellos habían salido a la ciudad para hacer algunos cambios -compras, en sentido genérico-. Volví a oír pasos, esta vez, fueron en aumento. Entonces se me ocurrió una idea. Fui a la puerta trasera y desde dentro, grité:
     -¡Voy a salir, voy armada y os voy a hacer pedazos!.
  
     Corrí. Nadie había por las inmediaciones. Cerré con llave. Seguí corriendo hasta llegar al porche. Seguía sin haber nadie. Me introduje dentro del vehículo a propulsión. Introduje la espada, luego me metí yo. Lo puse en marcha y salí a todo correr afuera.
     Tomé el camino al Templo. Miré hacia atrás por los espejos, pero nadie se veía por las inmediaciones. Tampoco me seguían, porque los sensores no daban señales de aproximación. Entonces vi una luz enfrente de mi. Era una luz blanca-azulada, manifestada desde la cuarta dimensión. Entonces vi en etérico, dos seres humanoides que estaban allí, junto a su nave. Les dije telepáticamente que me estaban siguiendo y que si podían protegerme, pues se lo agradecería. A lo que me contestaron que hiciera camino. Y así, continué sin desviarme ni un momento. Luego, más tarde, me dijo JW-45, que él mismo los había avisado.
     Cuando llegué, interrumpí la meditación y conté lo que me había ocurrido. Entonces, intentamos ponernos en comunicación telepática con los humanoides. Conectamos y nos dijeron que los humanos salieron corriendo nada más percibir su presencia y que, eran cuatro humanos y se metieron en su nave por miedo a ser atacados.
     -Debo dar parte de todo esto, al cuerpo de seguridad de Zenoc-. Advertí.
     El maestro Ceran asintió. Él tenía un buen temperamento y un buen sentido del humor. Su aura era del color del amor, es decir, de azul o a veces; índigo. Era calvo y con el pelo largo por los lados, con barba puntiaguda y penetrante mirada. Él mismo se prestó a acompañarme.
     En  la ciudad, dentro del cuerpo de seguridad, nos dijeron que enviarían a una pareja a patrullar por las inmediaciones. Y que, en el caso de percibir algo sospechoso; lo comunicásemos.
    De allí, nos fuimos a tomar algún bocado, acompañado de algún licor. Nos vino bien relajarnos al pasear por la ciudad. Ceran se fué y me quedé con un compañero. Intenté comunicarme con mis padres, al fin, obtuve respuesta y me dijeron que aún no habían llegado a casa y que esperase a mañana. Nada quise decirles de lo sucedido, pues no quería preocuparlos.

     A la mañana siguiente, el viento azotaba con fuerza sobre la blanca pradera. Los árboles se retorcían a su paso. Lo observaba desde la ventana de mi habitación. Luego me abrigué y baje a comer algo. Salí también al exterior. Llevaba algunos alimentos a la patrulla; por si los veía. Pero a nadie divisé.
     Fui caminando hasta la carretera, donde había un vehículo propulsor y de donde, dos cuerpos yacían en el suelo. Sus restos estaban envueltos en sangre, habían sido devorados. Algunos huesos estaban visibles bajo sus ropajes. Se me cayeron los alimentos y eché a correr. ¿Qué habrá pasado aquí?. Me dieron arcadas, como ganas de vomitar. Llegué corriendo a casa y tras de mí; cerré la puerta con pestillo.

     Los cuerpos de seguridad no tardaron en venir. Parecía ser, que habían sido atacados por los grugon. Los grugon son unos seres repelentes, que de vez en cuando, salen de sus madrigueras y hacen estragos por donde pasan. Son una especie de crustáceo con cabeza redonda y con un cuerpo parecido al escorpión, pero más grandes en su conjunto.
     -Pero... ¡Si aquí no se han dado casos de éstos seres, merodear por la zona!. ¿Qué hacen aquí?.
     -Cierto. Ellos, hacen túneles por debajo de la tierra y pueden aparecer donde menos te lo imagines. Tal vez, hayan cientos de ellos por las inmediaciones. Te recomiendo que te metas en casa y no salgas hasta que vuelvan tus padres. ¡Ah!. Y no te separes de la espada. Nosotros -continuó hablando el oficial-, seguiremos patrullando la zona.

     Me quedé atónita, sin saber que hacer. Allí me quedé un rato, mirando por la ventana. Tenía ganas de estrangular a alguno de esos grugon. Y de repente, como si me hubiese oído; allí apareció. Salí de la casa. Lo tenía enfrente, mirándome. Por suerte no había más por allí. Lo tomó como un desafío, pues vino a todo correr hacia mí. No me dio tiempo a reaccionar y me mordió la pierna. Tienen dos patas delanteras, como los cangrejos o los escorpiones que la verdad, hacen mucho daño. Se aferró a mi pierna, con un intentó de deshacerme de él, moví la pierna y lo estampé contra el suelo. Alcé la espada con ambas manos y le di otro golpe. La bestia quedó tumbada boca arriba, mientras chillaba. Embestí de nuevo la espada y se la clavé en el estomago. Allí quedó muerta. De repente, se oyó un murmullo a lo lejos. Era como un "toc-toc-toc". Alcé la vista y venían corriendo hacia mi, desde todas direcciones.
     Corrí hacia la entrada del interior de la casa. Entré y cerré con pestillo. Acto seguido, me curé la herida del tobillo con una pomada fresca y una venda. Aquello parecía no parar de sangrarme. Por suerte, éstas alimañas no tienen aguijones, con lo cual, sus mordeduras no son venenosas. Si te cogen por sorpresa, no paran hasta que te devoran. También tuve suerte de enfrentarme tan solo a uno de ellos. Luego, me puse a meditar junto a la hoguera para tratar de olvidar el suceso, pero no lo conseguí. Estaba demasiado aturdida para ello. Luego, me acordé de que los grugon, tal vez, se alejasen al ver muerto uno de ellos. O tal vez, persistirían aún más, en acabar con cualquier cosa que tenga vida, si es que, aún les queda hambre. Pensé también en los animales del establo, pero éstos, estaban bien seguros. Los grugon no podían penetrar el acero con que están construidos, ya que, a excepción del respiradero, se hallan completamente cerrados.

     Cuando llegaron mis padres, les puse al corriente de lo que había sucedido. Inmediatamente después, se pusieron en contacto con el cuerpo de seguridad. Nadie se explicaba como habían podido haber llegado hasta allí, ya que, son originarios de unas tierras lejanas y desoladas. Tendrían que haber corrido muchos wusos -distancia similar al kilómetro-, para llegar hasta allí. De cualquier forma, pensé en la relación de los grugon con las amenazas algunos de los ciudadanos de Wirz.
     -Pero... ¡Yo oí pisadas ahí fuera!-. Admití.
     -No lo dudo-. Me tranquilizó mi padre Crown.
     -Entonces. ¿Se puede explicar de alguna forma lo sucedido?-. Preguntó el oficial.
     -Yo no los vi pero mi maestro Ceran los percibió. Y yo también los percibí.
     -Explícate-. Me dijo Crown.
     -Hubo una comunicación telepática, entre los miembros del ashram y la espacionave de humanoides que los visitó, los cuales, nos dijeron que habían salido corriendo, nada más notar su presencia.
     -¿Es eso cierto?-.Preguntó el oficial.
     -Tan cierto, como que estoy aquí.
     -Entonces; lo saben los miembros del ashram.
     -Efectivamente-.Asentí con la cabeza.
     -Bien. No se hable más. Esta tarde hablaré con el jefe del cuerpo de seguridad para poner una solución a todo ésto. Para empezar, debemos exterminar a los grugon. Luego, tendremos que vigilar la zona por si todavía no se han dado por satisfechos.

     Mas tarde, estuvieron más agentes de seguridad merodeando la zona con máquinas sondeadoras del terreno y preparados con extintores para su exterminio. Estuvieron trabajando día y noche hasta que los grugon fueron exterminados.
     Respecto a si fué una depravación de los habitantes de Wirz o no; fue una cuestión que no se discutió más. Lo cierto es que, no llegaron a molestarnos en mucho tiempo. Tal vez pensaron que habían acabado con nosotros. Tal vez, confundieron a los agentes ya muertos.

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